Inconsistencia

Como el domingo pasado hablamos (bueno, hablé o si nos ponemos estrictos: escribí) sobre la consistencia. Ahora será sobre lo contrario: la inconsistencia.

Porque el lunes o el martes, sí, creo que martes, tenía ganas de escribir, venía en el bus, asqueado del trabajo y de la vida, pensando sobre esos momentos de enojo, frustración y angustia donde uno casi llega a los límites de lo tolerable. Siente un deseo de gritar en el bus, rodeado de gente, apretujado por ellas mejor dicho, con ganas de estar en casa y tener otro tipo de empleo, o el mismo pero en otro lugar, más cercano al hogar. Pero el lenguaje sirve para controlarse. Entonces en esos momentos, al menos en mi momento, bullía en mi encéfalo la idea de ir a las escuelas o colegios cercanos a mi casa, en la colonia de Alta Vista, a ofrecer mis servicios como psicólogo. A pedir que me den trabajo pues.

Y recordé esa frase (que acabo de buscar de quién es) de  Mark Twain «un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa». Porque agüevo, la idea ahí sigue, y la he ido peinando, apareció así bien salvaje, pero debo hacer un plan. Ahorita he pensado en arreglar el currículum, para adecuarlo al área educativa. También me hace falta diseñar el recorrido por cuál escuela o colegio empezaré y eso. Pero he pensado en eso, se está gestando, evolucionando poco a poco. También tengo opciones, eh. Para adaptarme a sus necesidades, o sea, desde plaza fija o a ser así freelance, porque podría dar clases o impartir talleres a alumnos, maestros y/o padres de familia.Por eso pienso preguntarles si hacen cosas durante las vacaciones de los alumnos, y si me dicen que no, les preguntaría, «¿y por qué no empiezan?». Preguntarles cuál es su misión y visión como escuela o colegio, y decirles que les puedo contribuir.

Claro, en la mente y la imaginación todo es bonito. Para esto he pensado ir el martes, me hace falta arreglar e imprimir los CVs. Pero es lo puedo hacer mañana. Tengo que pedir permiso en el trabajo para ir a conseguir otro trabajo, así que no sé si ser honesto y decir eso o, por cautela, decir otra cosa. Así que a ver cómo me va. Aún no tengo el escalafón, pero lo pienso sacar el año siguiente, no sé si lo considerarán como un inconveniente,pero bueno.

No quiero seguir en el lugar donde estoy mucho tiempo más, este viernes me pagaron el bono de contratación de tres meses y se sintió bonito. Es lo más que he durado en algún lado. Pero hay días donde no quiero ir, no me quiero levantar, lo que me convence para ir es el «lo necesito para sobrevivir», «esto me permite mantenerme». Pero igual el hastío continúa. Ya en el trabajo a veces el tiempo pasa rápido, uno divide los bloques, entre los breaks, el lunch y la siente luego del almuerzo, el otro break y la última hora. Y la salida. Hay buenos momentos, relativos al tiempo, como el bromear con los compañeros con decir a las tres de la tarde «ya solo faltan dos horas para que falte una hora para que falte una hora y nos vayamos». Lo cual es divertido. Son lo mecanismos para sobrevivir la vida laboral. También imagino que en un trabajo que me guste más me pasen cosas similares. Pero siento que me voy a sentir más productivo compartiendo el conocimiento y ayudando a que otros creen su conocimiento y se concienticen. Es como esa etapa de Erikson de la generatividad frente al estancamiento, aunque según la teoría es a mayor edad, pero yo creo que a esta edad también se da (quizá en una menor medida), pero está ese deseo de ayudar y ser útil en la sociedad.

Ahora, hace un rato, estaba viendo en TVX sobre un programa donde hablaban sobre las pensiones y el problema que hay actualmente. Lo cual es alarmante, y que hace falta más gente que se interese por esos temas, el debatir más, los expertos en eso, ¿no? Que salgan y den sus ideas. Que ya no sean tabúes. Cada quien contribuye en su área. Un mundo hermoso lo hacemos todos. La gran colectividad. Esta es una etapa bien utópica en la que quizás me encuentro. Pero se siente bien.

Pero está esa inconsistencia de no querer trabajar, pero es por el lugar donde estoy, eso no es saludable, lo considero yo, si me gustara no tendría que ser así. Claro que uno quizás odie los primeros trabajos porque no son lo que uno quiere, y es normal y bueno, hay trabajos «para empezar» o para pagarse los estudios, pero si ya los terminé, creo que es momento para hacer algo relacionado a ellos. No quedarme haciendo otra cosa. Por eso mi necesidad de cambio.

Cambiando de tema, hace un ratito, en la pausa mientras escribía, le pregunté a mi madre, que aquí anda visitando, sobre una historia familiar de la cual tenía curiosidad. La cual se la pregunté a mi padre pero no la sabía bien. Es que a mi abuela materna le faltaba una parte del pulgar derecho. Entonces le pregunté y me contó la historia. Según le pregunté, mi madre tendría como 17 o 18 años, mi abuela unos 38 o 39. Vivían en un mesón en Ilobasco, cerca del mercado central. En el mesón vivían dos familias, la de mi madre y otra que también era familia nuestra. Ahí había un patio y un traspatio. En ese traspatio había un chorro donde la gente iba a agarrar agua. Ahí estaba un tapial, el cual dividía a otro mesón, en este habían más familias. Entonces el chorro era como más privado. Pero en algún momento se cayó el tapial, entonces las familias del otro mesón empezaron a llegar. Entonces ahí vivía una tal María, de Ahuachapán, la cual tenía mala reputación (según me contó), entonces dice mi madre que un día ella solo escuchó el pleito, los gritos y discusión de mi abuela con la otra señora, la reacción de mi madre fue salir con un cuchillo, pero una señora la detuvo.No recuerda bien el hecho, pero recuerda que la señora mordió a mi abuela y le arrancó la parte del pulgar. Recuerda ver a mi abuela llena de sangre, con un vestido blanco que resaltaba la sangre y le da más estilo a la anécdota, que luego fueron a la policía a poner la denuncia y luego al hospital. El haber recogido el pulgar, pero que no se lo pudieron poner de vuelta. Que luego la señora desapareció. Que luego se mudaron de ahí para evitar más problemas. Las consecuencias, que mi abuela un tiempo andaba un pañuelo para tapar el pulgar. Que le consiguieron una prótesis pero no le gustó. Que al final siguió haciendo todas las cosas que hacía antes, como el hacer muñecos de barro (el folklor ilobasquense, por supuesto). Y que la vida sigue. Pero ahora sé esa historia familiar.

Pero, en fin, si no estás conforme con algo, ¿para qué ser consistente? Que venga esa inconsistencia.

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